Experiencia CEIP Reyes Católicos
Una necesidad hizo que uniéramos lazos con el CEIP Reyes Católicos de Puerto Real: Querer luchar por la inclusión total de unas-os niñas-os con trastorno del espectro autista en sus aulas. Por ello, las maestras de Educación Infantil se pusieron en contacto con una docente de la Universidad de Cádiz, también madre de una alumna del centro, para ver si se podía hacer algo al respecto.
Muy pronto, se captaron voluntarias para trabajar en este Aprendizaje y Servicio Solidario y se organizaron equipos de trabajo para poder estar el máximo tiempo posible en las aulas y así comenzar a trabajar. Con las cabezas llenas de dudas y sin tener muy claro que nos íbamos a encontrar, llegamos al colegio y conocimos a estas-os pequeñas-os, que distaban mucho de la concepción tradicional que se tiene sobre las-os niñas-os con trastorno del espectro autista, y pequeñas-os muy diferentes entre sí a pesar de la etiqueta que llevaban a sus espaldas.
Una vez conocimos a las-os niñas-os, a cada equipo de trabajo se le asignó una clase en la desarrollar el acompañamiento (pues eran varias clases las que tenían esta necesidad). De esta forma que fuimos ajustando nuestras actuaciones al contexto en el que estábamos, pues ninguna clase era igual a otra. Por ello, a pesar de que compartíamos espacios y entre nosotras nos aconsejábamos y ayudábamos para así poder ir desarrollando nuestra labor y animábamos en momentos más difíciles, debíamos andar a ciegas en muchas ocasiones probando formas de conectar con las-os niñas-os y así poder comenzar la mediación.
Durante todo este proceso tuvimos que trabajar contra el conductismo en el que estaban sumidos e ir entablando lazos afectivos con ellas-os para así acercarnos a ello. Aunque antes de todo esto tuvimos que hacer que se dieran cuenta de que había alguien junto a ellas-os, otra persona con la que interactuar y así conseguir que salieran de ese mundo aislado en el que estaban sumidos (en muchas ocasiones a causa del desconocimiento de sus maestras sobre como trabajar de forma correcta con ellos para así conseguir esa inclusión que pedían).
Fue un trabajo largo, y en ocasiones duro ya que los resultados no se veían del todo claros de la noche a la mañana, sino que era un proceso paulatino. Durante todo este tiempo, y para ayudarnos a nosotras en todo esto, contamos con la ayuda de una alianza básica: La Asociación para la Inclusión Social y Educativa (AISE). Con ellos teníamos una sesión semanal donde compartíamos nuestras inquietudes y los avances que íbamos haciendo y, al mismo tiempo, nos lanzaban un feedback con aspectos que podíamos seguir trabajando para mejorar la relación con las-os niñas-os de la clase.
Este proyecto de ApS duró dos cursos escolares completos. Durante este tiempo compartimos risas, tristeza, enfados, alegrías, vimos crecer a las-os niñas-os y cómo los lazos de amistad entre ellas-os eran cada vez más sólidos. Ya no había ningún-a niño-a de la clase que jugara solo por el motivo que fuera, todas-os estaban juntos todo el tiempo, e incluso empezaron a jugar con niñas-os de otras clases debido al "revuelo" que estábamos causando con nuestra intervención. Ahora bien, no se entienda revuelo como algo negativo ya que se consiguió que diferentes clases se relacionaran entre ellas y no diferenciando en 3, 4 y 5 años, sino todos las-os niñas-os de Educación Infantil juntos sin tener en cuenta sus capacidades, edades, procedencia o ni siquiera el nombre. Todos eran uno y cuando algo ocurría a alguna-o allí estaban todas-os para ayudarse y animarse.
Después de esos dos años de trabajo vimos como nuestra labor daba sus frutos y caminábamos hacia esa inclusión que perseguíamos, no sólo se daba dentro del aula, sino en toda la etapa de Educación Infantil.
Muchas gracias por seguirnos y compartir con nosotras-os este camino que seguimos dibujando conjuntamente.
Un fuerte abrazo de estos alum-transformadoras-es
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